El cambio fue evidente, un contraste muy notorio de un partido al otro. La apertura fue prometedora, con un propuesta innovadora, dinámica e intensa para una victoria histórica ante un representativo europeo. Sin embargo, para la segunda fecha, la presión ejercida por el local dejó una marca evidente en el rendimiento colectivo de la Selección Argentina. La alteración en el estilo de juego se tradujo en la derrota ante Ruanda por 58 a 38.

En su encuentro con la prensa internacional, Gregorio Martínez expresó una evaluación crítica acerca de la actuación argentina: “Tuvimos un buen primer tiempo, pero con porcentajes muy bajo en todo el partido. Ya a mitad del tercer cuarto perdimos la línea, jugamos mal y empezamos a frustrarnos. La frustración nos ganó y no pudimos hacer un buen juego, eso se reflejó en el marcador”, fundamentó el Head Coach.

Los números revelaron una caída en la productividad nacional con sólo 21% en dobles (7/33) y un 14% en triples (5/35), cifras muy inferiores con respecto al estreno con Gran Bretaña. Esa jornada dejó un registro estadístico de 28% en tiros de campo (20/70), un análisis que se fragmenta entre un 30% en dobles (11/36) y un 26% en triples (9/34).

En esa misma lógica argumental, Melisa Gretter puso el acento en la importancia del cierre de la fase regular. “No fue nuestra mejor versión, pero hay que olvidar este partido y pensar en el próximo. Mañana será otro día y hay que seguir trabajando como hasta ahora”, agregó la capitana. Durante su debut en Kígali, materializó sus 500 puntos en la Mayor en su septuagésima presentación.

Este jueves al mediodía, el plantel buscará asegurar su participación en las semifinales del certamen. La clasificación es directa con una victoria; una derrota, en cambio, las hará depender del otro resultado de la zona. El cruce frente al Líbano está programado para las 12hs y se podrá ver en vivo a través del canal oficial de FIBA en YouTube.