La jugadora rafaelina fue uno de los factores claves para el bicampeonato en la Liga Nacional Femenina, derrotando en la final a Corrientes Básquet por 65 a 57.
Era una final titánica desde la previa, en la que se sabía lo electrizante del choque por todo lo que había en juego. La gloria al alcance de ambos, con dos equipos luchando por tocar el cielo con sus manos. Sólo había lugar para uno de ellos dentro de la vitrina de campeones, y fue la historia la que terminó pesando. Berazategui, el más ganador de todos (ganó 4 de las 7 ediciones), se consagró bicampeón tras vencer a Corrientes Básquet por 65-57. Otra demostración más del ADN de este equipo, que hoy además se transformó en el primer campeón invicto de la competencia y agigantó su historia.
¿Por qué ganó Berazategui? Colectivamente porque nunca bajó su intensidad e hizo un trabajo defensivo deluxe. Fue martillándolo de a poco, como esa termita que va comiendo la madera, que puede no notarse desde un principio pero que con el correr del tiempo queda en evidencia. Y el bicampeón hizo justamente eso, lo fue ganando con la rotación, con la actitud y esa energía a la hora de tomar decisiones. Además, encontró una vez más a una MVP como Agustina Jourdheuil, que disfruta y mucho jugar este tipo de instancias, que levanta a todas sus compañeras con su marcado liderazgo desde el carácter y también desde el juego. La alera terminó con 18 puntos y 7 rebotes, anotando dos triples claves en el tercer episodio que sirvieron como punto de inflexión.
El color en Obras lo puso la gente de Berazategui, que se sabía que iba a acompañar a su equipo en esta final, al igual que lo hace en todas las instancias decisivas que juega. Un magnífico número de 500 personas se hicieron presentes en la Platea Norte del Templo del Rock, con muchas nenas de las divisiones formativas del club, de la escuelita de básquet que dirigen Jourdheuil y Sofi Wolf. Fueron a alentar a sus profes y eso se notaba en el ingreso de cada una o cuando alguna de ellas resolvió bien una acción de juego. Empujando al equipo, parte de la tradición y del sentido de pertenencia de un club que es el calco de una verdadera familia, acompañándose siempre y a todos lados.
Ahora bien, pasemos a lo que sucedió dentro de la cancha. Trabado, peleado y hasta ajedrecístico. El arranque del partido no dio respiro, en una propuesta súper intensa por parte de ambos. La defensa de Berazategui en los primeros minutos fue ejemplar, porque prácticamente obligó a Leiva a salir de la zona pintada para tener contacto con el balón, además de empujarlo a tomar más opciones desde el perímetro. Ahí, en ese juego exterior, Corrientes encontró soluciones con la picantísima mano de Murphy, la peligrosidad constante de Cabrera y una Leiva que siempre que se alejó del aro y participó de alguna jugada generó espacios para sus compañeras.
Berazategui, más allá de hacer un muy buen trabajo en el fondo, fue encontrando la clave ganando bien en el rebote ofensivo y rotando el equipo. Y qué importante es la cantidad de variantes que tienen las de Gonzalo Gómez, porque eso hizo que nunca se baje la intensidad ni la concentración. Más allá de que Corrientes arrancó bien, tomó distancia en el inicio y hasta cerró el primer cuarto con ventaja (13-11), Berazategui iba a empezar a cambiar el curso de la historia a través de sus recursos.
Pasó que Berazategui comenzó a explotar su segunda formación, una segunda línea un tanto mentirosa porque arrancó con jugadoras como Gentinetta, la Flaquita Fernández y Galbán en el banco (habitue en la rotación del DT, que no tira toda la carne al asador desde el inicio). Cuando empezó a encontrar esas respuestas, cambió a una propuesta defensiva mucho más aguerrida, más dura, y empezó a correr la cancha para castigar en transición. Generó puntos a la contra y empezó a descolocar un poco a Corrientes, que necesitó reaccionar ante un equipo que se le venía encima.
Y así lo hizo. Exprimió el pick and roll, Cabrera se encendió con su velocidad, Leiva tomó más protagonismo y le respondió a Berazategui con la misma moneda. Así de luchado iba a ser. Berazategui sacó una diferencia interesante antes de entrar al descanso largo, de la mano de Wolf y el acierto en su tiro a corta y larga distancia, más la intensidad de Galbán en ambos costados. Amagó con generar un quiebre, aunque una bomba de Cabrera redujo la brecha y el partido entró al entretiempo con Corrientes teniendo un handicap de vida (31-25).
Berazategui de todas formas siguió exprimiendo su juego, mantuvo la ventaja y conservó la calma. Por supuesto que Corrientes siguió peleándola, el juego recayó mucho más en Leiva y su figura se agigantó. Sin embargo, el quiebre empezó a llegar con Jourdheuil, porque tuvo la mente fría para tomar las riendas del equipo y conseguir un despegue clave en el marcador. La capitana se despachó con dos bombazo tremendos desde 45°, y psicológicamente terminó de abrir el partido a favor de Berazategui. Llegó a ganarlo por 11 (46-35), y aunque Corrientes descontó en el cierre del cuarto, la historia se decantaba cada vez más a favor del campeón defensor.
Un parcial de 6 a 0 en el arranque del último periodo sentenció la historia. Corrientes se fue apagando ante la confianza de Berazategui y no hubo punto de retorno. Se notaba en los rostros de los dos equipos, uno subidísimo en confianza y en pleno disfrute, y el otro con dudas y gestos de frustración.
Las de Gonzalo Gómez dosificaron esa renta de puntos, independientemente de que el reingreso de Murphy fue clave para darle aire a Corrientes y encender una llama de ilusión. Había que contrarrestar esa diferencia ante un rival muy compacto que nunca se salió del libreto, y por eso, más allá de que la estadounidense empujó, no hubo caso y Berazategui se encaminó a un nuevo título: 65-57 final, revalidando su corona, siendo bicampeón y con el dato no menor de hacerlo de forma invicta (ganó 13 de 13, y lleva 20 al hilo en la LFB). Épico, otro más para el libro de los récords.
Fuente: Liga Nacional.
Fotografías: Marcelo Endelli / Liga Nacional.