La rafaelina de 20 años construye una doble carrera, siendo parte del combinado argentina y cursando Medicina en UBA. Convicciones y decisiones de una joven promesa que ya es una realidad.
La preselección argentina que se prepara para la AmeriCup Femenina no deja de arrojar historias ejemplificadoras. A veces no tienen por qué estar enfocadas únicamente en el básquet, en los entrenamientos o en cuestiones técnico-tácticas, ya que en esa variedad tan multifacética de personalidades, objetivos y realidades hay situaciones que van mucho más allá de la naranja. Uno de esos casos es el de Candela Gentinetta, una de las jugadoras jóvenes que integra la nómina: no sólo tiene una proyección brillante a nivel deportivo sino que además lleva todo ese talento hacia otras áreas como lo es el estudio.
Surgida en Sportivo Ben Hur pero desde ya hace un par de años en Berazategui, el equipo más ganador de la historia y vigente campeón de la Liga Femenina, fue una de las revelaciones de mayor progreso del pasado torneo. La joven de 20 años, quien puede jugar tanto como alera y ala pivote, se encuentra en el segundo año de la carrera de Medicina en la UBA, en una historia que refleja que refuerza el sacrificio y esfuerzo de una deportista de alto rendimiento para combinar su entrenamiento con su formación académica. Más aún teniendo en cuenta la elección que hizo, donde se entiende la fuerte carga que conlleva desde el estudio y cómo realiza este equilibrio para brindarse con todo en la Selección y aspirar a hacerse un lugar con la mayor que en unos días viajará a Puerto Rico por la cita continental.
No importa dónde, si es en su Rafaela natal o en Buenos Aires, con la Selección argentina o con su club Berazategui, la dedicación de la santafesina es un verdadero ejemplo. No sólo sobre la elección de seguir una doble carrera, entre lo deportivo y lo académico, sino también desde la convicción y determinación que reflejan sus palabras y que demuestran los hechos. No había una tarde en Sunchales, lugar en el que concentró el combinado nacional hace unos días, en la que no se haya sentado con su computadora a estudiar, a conectarse a una clase por Zoom o a repasar apuntes con cientos de hojas. Y esta misma ecuación se repitió durante los últimos tres años, un hábito que repite tanto en sus días con Berazategui como ahora, en este momento, en el Hotel Ramada de Vicente López, donde la Selección continúa con su preparación. Las horas de siesta pueden verse un poco reducidas comparándolas a las que las demás jugadoras poseen pero Candela tiene claro el objetivo de formarse no sólo desde lo deportivo sino también como profesional en la salud.
– ¿Por qué decidiste estudiar medicina?
– Mi mamá es médica, y ya desde chiquita jugaba a ser doctora (risas), siempre me gustó. Siempre consideré que es importante tener una formación académica además de todo lo que es el básquet, creo que es fundamental. Los tiempos los vas manejando a medida que se van dando las cosas. Yo quiero aprovechar todas las oportunidades que me da el básquet, las voy a tomar, y a su vez ir completando los estudios para que el día de mañana cuando en un futuro no esté más en el ámbito del básquet poder tener otra cosa. Tener más conocimientos, más disciplinas y más áreas de conocimientos. Medicina siempre me gustó, desde antes, y más allá de las cosas muy lindas que me vienen pasando en el básquet nunca cambié la carrera que quería hacer.
– No es muy habitual quizás afrontar una carrera como la que elegiste. Por lo general uno escucha algo más ligado al deporte, pero en tu caso tiene una historia por el contexto familiar de tu mamá y sin dudas no es una carrera sencilla.
– En un momento lo pensé. Me planteé por qué no elegir algo un poco más accesible o relacionado con el deporte, pero no, esto es lo que yo quiero. Tomará un poco más de tiempo seguramente, pero quiero ser una profesional en medicina, es algo que no quiero cambiar y el básquet no debe ser un impedimento sino que pueden ir ambas cosas de la mano.
– ¿Qué tan importante es el acompañamiento y la guía de tu familia para encontrarnos hoy con estas elecciones?
– Sí, claro que viene de familia, y es algo con lo que crecí, viéndolos a mis viejos que ambos pudieron hacer sus estudios. Mi mamá es médica también, y mi papá es ingeniero. Ellos siempre quisieron estudiar, y mi papá estudió, trabajó y jugó al básquet profesional. De chicas nos dijeron que querían hacer todo para poder brindarnos a nosotras el estudio. Lo que queramos, jamás nos dijeron qué estudiar, lo que nos guste y haga bien para poder abrirnos más oportunidades en el futuro.
– ¿Y a nivel exigencia/dedicación cómo unís tu estudio al básquet? Más ahora teniendo esta oportunidad tan única de poder hacerte un lugar en la selección rumbo a la AmeriCup.
– Cuando se dio todo esto en el básquet son ellos los que me pusieron un poco el freno, porque yo soy un poco exigente y quiero cumplir con ambas cosas, o hacer todo, tener todo al día. Pero ellos me dijeron «te están pasando cosas muy lindas en el básquet, disfrutalas. Vos sabés qué querés estudiar, tenés un objetivo y sabés que lo vas a hacer y no importa si se atrasa». De más chica quizá pensaba eso, pero hoy que soy más grande y tengo mi propio pensamiento pienso que el día de mañana, independientemente de seguir o no ligada al básquet, también quiero tener otro conocimiento más. También estoy estudiando inglés porque es otra de las áreas que creo sumamente importantes. Me gusta tener ese conocimiento.
– ¿En qué etapa estás de la carrera? ¿Ya más o menos tenés en vista alguna especialidad?
– Medicina son 6 años y yo estoy en el segundo. Estando en la UBA, primero hice el CBC como corresponde, así que sería como el tercer año general a nivel universitario pero el segundo puntualmente en la carrera. La especialidad todavía no la sé mucho, eso lo vas viendo en 4° o 5° en donde vas viendo todas las rotaciones en el hospital, en la UDH (Unidad Docente Hospitalaria). En la Unidad Médica Hospitalaria es donde podés rotar por todas las especialidades que hay, y después de la residencia elegís. Tengo un par, como por ejemplo traumatología, que me interesó mucho y puede estar vinculado con el deporte, está bueno. Pero la verdad es que no lo sé aún con certeza, todavía queda tanto para ser médica (risas), que ya después veré qué tipo de médica terminaré siendo.
– Hoy con las opciones que surgen en cuanto a otras chicas, más de la camada tuya, yéndose a jugar a universidades de Estados Unidos, ¿No te picó ese bichito de combinar los estudios y el básquet yéndote afuera?
– Sí, claro. A mí me gustaría mucho irme a jugar afuera, quisiera irme a Europa. Con lo de las universidades sé que hay muchas chicas que están estudiando allá. Cuando se me presentaron oportunidades las descarté más que nada por una cuestión de la carrera. Yo sabía que quería estudiar medicina y no era compatible con irme a jugar a Estados Unidos por ejemplo, porque si había alguna beca de estudio no era compatible con la carrera que elegí, algo que capaz no me gustaba. Fue ahí donde me planteé por qué hacer algo que no me gustaba a nivel estudio por el básquet, por lo que decidí hacer un equilibrio: estudiar lo que me gusta, seguir en un buen nivel de básquet acá en el país, y cuando se me pueda presentar la oportunidad buscar sí alguna opción afuera, Europa preferentemente. Cuando se dé esa posibilidad buscaré aprovecharla, por eso también elegí UBA, porque tiene muchos convenios con universidades europeas. Otra posibilidad que pensé era recibirme, y hacer la especialidad afuera mientras sigo jugando.
– Claramente las metas que tenés son firmes y están apoyadas por una convicción no muy fácil de encontrar…
– Sí, y soy un poco obsesiva (risas). Todas estas fueron decisiones que tomé junto con mi familia. Ellos siempre me apoyaron y me apoyan, siempre me dijeron que tome el camino que pueda disfrutar y me haga bien. Si bien sabemos que estamos en una realidad donde el básquet femenino viene creciendo, si no estudiás y tenés otros conocimientos se hace un poco más complicado a menos que alcances un nivel muy alto. Entiendo que hacer una trayectoria de, por ejemplo, 15 años jugando al básquet no te permite tener un colchón de sustento para toda tu vida y tu familia, y uno debe ser consciente de esa realidad. Por eso yo elijo estudiar, estudiar lo que me gusta pero sin perder de vista el básquet, que es lo que amo y a lo que estoy abocada hoy.
– ¿Y pensando en esa proyección a nivel básquet? Más ahora teniendo esta oportunidad donde estás fabricando un futuro que puede ser muy grande con la selección…
– El básquet es súper importante para mí y lo quiero disfrutar al máximo, y hoy es mi prioridad número 1. Siempre digo que soy jugadora profesional de básquet, que trabajo en el básquet, y estoy estudiando medicina. El ser jugadora profesional no solamente significa que tengas un sueldo por jugar, independientemente si después la paga es mayor o menor, sino que abarca otras cuestiones que hacen el ser profesional realmente. Tenemos una disciplina de entrenamiento en la que entrenamos 3-4 horas por día, hacemos gimnasio, con doble turno, individuales, sin olvidar toda la parte de cómo nos cuidamos también en la alimentación, nutrición, tenemos descansos que respetar, formas de manejarnos… todo lo que encierra el ser una deportista profesional. Me encantaría formar algún día el plantel de la selección mayor, es algo que deseo muchísimo, un sueño que tengo desde muy chiquita. Jugar en Europa también. Pero también me llena el alma poder verme en algún futuro con el título de médica y ejerciéndolo.
– Uno entiende que detrás de cada historia, y con estas elecciones de la doble carrera, hay toda una cuestión que situaciones que solamente vos, que lo vivís en carne propia, lo entiende. ¿Es más esfuerzo o sacrificio?
– Yo creo que es un balance entre las dos cosas, por un lado esfuerzo, y por otro también sacrificio. Hay momentos en los que las pasas mal por hacer lo que te gusta, no te lo voy a negar, pero sabés que es toda una situación que afrontás por un bien mayor. El primer año que me fui de mi casa la pasé mal, los primeros dos meses… pero me la aguanté, era ese primer tiempo en el que tenía que entender que el estar lejos de mi familia era por un bien mejor. Y la verdad es que ahora pongo todo eso en la balanza y, la calidad de entrenamientos, el nivel y lo que permitió alcanzar todo ese cambio en el básquet, son cosas por las que no volvería el tiempo atrás para cambiar mi elección, lo seguiría sosteniendo de la forma en la que lo hice. Obviamente en ese momento me dolió, pero es todo parte de un cambio en el que uno busca crecer y va por los objetivos que se plantea. Así como todo, irte a una fiesta con tus amigos, distintas salidas o permisos que uno se da… un montón de cosas que uno tiene que dejar de lado por el deporte y el estudio, pero en definitiva uno hace lo que siente, lo que ama y busca ser lo mejor posible en eso. Más con una doble carrera donde uno quizá tiene un domingo libre de entrenamiento y en vez de irte a tomar mates a una plaza lo tomás como un día para dedicarte a full para la facultad. Puede ser un poco difícil a veces, no te voy a negar eso, pero con los objetivos claros y si uno hace lo que siente y disfruta, lo que lo hace feliz como en mi caso con el básquet y el estudio, sabe que está por el camino correcto. No sirve sufrirlo, pero yo sé que el día de mañana quiero ser eso que veo, hoy con el básquet y jugar muchísimos años, seguir siendo una deportista profesional y aspirar a todo en esto, y también con mi carrera académica. Al principio de la carrera me costó equilibrar todo eso, porque capaz dormía menos para compensar y llegar a las horas que no podía estudiar porque estaba entrenando. Pero me dí cuenta que eso no me servía, porque yo soy jugadora profesional de básquet, tengo que estar preparada para eso y mi responsabilidad es ser profesional en eso. Entonces fui encontrando ese equilibrio, cumplir con ambas, hacer un balance con algunas horas libres y quizá no estar paveando con el teléfono o mirando la tele para enfocarme en la facultad; o los domingos, que en general no se entrena y es día de descanso, utilizarlos para ponerme con todo con la facultad… Es lo que engloba los objetivos que uno quiere, son elecciones.
– En definitiva se termina convirtiendo en una costumbre hacer todo este balance. ¿Lo sentís o te pasó así?
– Sin dudas, para mí es un hábito. El estudio es lo mismo que el deporte y yo siempre fui muy disciplinada en el básquet, así que lo aplico a esto también. Entrenar no es hacer un sacrificio, es un hábito y lo hacés queriendo ser mejor, buscando crecer y seguir teniendo mayores oportunidades a nivel profesional, y creo que el estudio es lo mismo porque sentarse a estudiar 5 horas seguidas en definitiva se vuelve un hábito y lo hacés proyectándote hacia lo que querés ser el día de mañana. A veces tengo un ratito más en el que podría dormir pero me pongo con la universidad, y a veces tal vez esté muy cansada y priorice ese descanso para estar mejor en el entrenamiento… uno va acomodando eso. Hoy quiero todo con el básquet y la selección, y las oportunidades que pueda seguir teniendo a nivel profesional, pero sin descuidar y haciendo en paralelo lo posible para seguir avanzando en mi carrera. Lo disfruto.
Fuente: Lucas Leiva – Prensa CAB