Hace nueve años estaba en la cuarta división del básquet argentino y hoy es el primer pentacampeón de la historia de la Liga Nacional. Así de poderosa ha sido la irrupción de San Lorenzo en la elite nacional. Tradición siempre tuvo, desde la década del 30, cuando hasta Jorge Bergoglio iba a ver a su padre jugar al básquet en los gimnasios ubicados en Inclán y Avenida La Plata, en el predio del Viejo Gasómetro. O cuando fue la Catedral del Básquet Argentino por la calidad de sus jugadores y los títulos obtenidos (29 en la época amateur). Pero, claro, luego vinieron los años oscuros y a comienzos de los 90, no tenía ni inferiores.
Pero, de repente, llegó al Prefederal, en 2013 al Federal y, tras dos compra de plazas, arribó a la Liga, en 2014, recuperando su sitio en la máxima categoría, haciendo honor a haber sido uno de los equipos que inauguraron nuestra competencia, aquel día de la foto del salto inicial con León Najnudel.
Y este título tiene un gustito muy especial para el Ciclón. Porque es el Penta, claro, algo que nadie pudo, ni siquiera los clubes más ganadores… Segundo, por cómo lo ganó en el Juego 5, tras remontar una desventaja de 15 puntos y ser dominado por varios pasajes. Tercero por haber vencido al equipo de la temporada, porque Quimsa venía de ganar la Champions y el Súper 20 y parecía tenerlo casi en el bolsillo durante este mañana-mediodía de sábado. Y, cuarto, algo no menos importante, por haber sido campeón de una temporada tan atípica y compleja, en la cual los esfuerzos han sido dobles. O triples. Nada fue fácil. Nada. Para CASLA ni para nadie. Pero, tras 192 días, terminó la Liga y hay campeón. Es San Lorenzo, otra vez. Con un equipo con mucha experiencia, oficio, personalidad y talento, que no se hundió pese a pasarla mal en el partido decisivo y sacó lo mejor, en el momento más difícil. A nivel colectivo e individual. Un triunfo, viniendo de atrás, que quedará en la historia. Como el Penta.
Tal vez como un guiño del destino, tras el esfuerzo de tantas personas, no pudo ser mejor el cierre de temporada, con un Juego 5 definido en el minuto final. Y no es casualidad que San Lorenzo, con jugadores demasiado acostumbrados a ganar, se haya llevado el premio gordo. Quimsa lo tuvo, estuvo muy cerca, pero Silvio Santander y su cambio de estrategia en el segundo tiempo, la respuesta individual y colectiva de sus principales jugadores, en especial los de más batallas, inclinó la balanza. Detalles. Acciones clave. Así se decidió el campeón.
Lo mismo que el MVP. Fue de Pepe Vildoza, por su talento, por ser el indistinto, el que se animó a cambiar el juugo con su creatividad y desfachatez. Pero bien pudo ser para Penka Aguirre, quien apenas obtuvo un voto menos, por su personalidad, determinación y oficio, para ganar el partido no sólo jugando… Fjellerup también obtuvo votos (3) y hasta Nicolás Romano mereció tener alguno, dejando claro que ha sido un trabajo de equipo, aunando talentos. Era la forma de bajar a un Quimsa que había sido el mejor de la temporada…
Fue un cambio absoluto de estrategia en el segundo tiempo para que San Lorenzo pudiera patear el tablero y ganar un partido cuyo trámite le había sido desfavorable en el primer tiempo y hasta la mitad del tercer cuarto (perdía por 15). Santander arriesgo. Mandó a presionar más arriba, a presionar la bola. A no dejar jugar. A riesgo de que la diferencia trepara más. Pero esa táctico dio sus frutos. Penka no dejó que Robinson la tocara más. El escolta, que hasta el primer tiempo era el claro MVP de la serie, ya no pudo desequilibrar y Quimsa se confundió. Le costó juego y tiros. Y entró en la frustración. Fue como una bola de nieve. Que se agigantó. Para ambos. San Lorenzo ganó en confianza y el rival la perdió.
El Ciclón, tras un mejor arranque por la defensa colectiva y, en especial de Aguirre sobre Robinson, había arrancado mejor. Pero Quimsa mostró su equilibrio como equipo. Tras estar trabado en ataque, se puso el overol y defendió. Hasta que Robinson, con un segundo cuarto brillante, lo sacó del hoyo ofensivo. Fueron 15 puntos en 15 minutos de Brandon, en modo asesino, ante quien se le pusiera enfrente, Penka, Fjellerup y hasta Vildoza. Tiros en la cara, penetraciones y, ya en su salsa, hasta un taponazo a Piñero volviendo a defensa. Luego, de a poco, se sumaron otros, sobre todo cuando Santander dispuso una defensa box & one contra Robinson y eso abrió espacios para otros. Un triple de Mainoldi puso el 40-26 mientras San Lorenzo sufría por esa misma vía (1-13 en la mitad, con 5 pérdidas de Vildoza). La etapa se cerró con 10 de ventaja, pese al 35% de campo del ganador. Reflejo del trabajo de obrero del equipo santiagueño.
Quimsa se mantuvo duro en el reingreso desde los vestuarios. Implacable en defensa y eso generando confianza en ataque. Como esa tapa de Ramirez Barrios a Vildoza –hasta ahí llevaba 3-7 de campo y cinco pérdidas- que se tradujo en un bombazo de Copello en el otro lado. Pero hasta ahí llegó el dominio de Quimsa. Santander decidió cambiar y San Lorenzo se le vino encima. Arriesgando, en ataque y defensa. En su aro presionando más la bola –incluso bien arriba- y en ofensiva jugando en menos segundos, recayendo más en el talento de sus figuras, en especial Vildoza, que empezó a dibujar. Así anotó 28 tantos en el período luego de sólo sumar 30 en la etapa inicial. Quimsa hizo lo que pudo: la diferencia de 15 (51-16) pasó a ser de cuatro (62-58) luego de tres cuartos.
En el inicio del último, el Ciclón pasó a ser un vendaval y empató en 70. Partido nuevo. Yendo a la ofensiva en pocos segundos, con Vildoza manejando todo y al fin apareciendo otros actores, como Piñero –tremendo en el tiro luego del 0-7 de campo en la etapa inicial-, Romano –haciendo de todo, siendo decisivo en el cierre-, Fjellerup –le costó con el tiro abierto pero fue devastador yendo hacia el canasto- y hasta Acuña.
Lleno de confianza, San Lorenzo se lo llevó puesto. Fue guapo. Bancó los peores momentos y resurgió. Cuando pasó a ganar 76-70, pareció que no se le podía escapar. Pero Quimsa luchó hasta el final, como pudo. Ya no era el equipo de siempre. San Lorenzo lo había desmantelado en el segundo tiempo. Con juego y personalidad. Así llegó el nuevo título, el quinto nada menos. El que tal vez hasta el Papa haya festejado desde el Vaticano.
Fuente: La Liga